Relatos, cuentos y otras historias…



viernes, 26 de noviembre de 2021

Qué lejos queda ayer


En mi fiel rutina como compañía, despierta de noche, dormida de día, no te oí llegar.

Ahí estabas, en mi desordenada habitación, despertando sin prisa, dibujando mi sonrisa, sin más promesas que tu libre presencia cada día al llegar.

Qué lejos queda ayer cuando era más fácil creer que no era necesario resolver el sentido de mi vida, la nevera vacía y la cama sin hacer.

La probabilidad de amar se reduce a la mitad cuando la soledad se sienta en mi sofá, haciéndose un hueco entre mis manías y en cada línea de mis escritos sin terminar.

Entonces se hace habitual no escuchar en el pasillo más pasos que los míos, un solo plato sobre la mesa y un buzón sin nombrar.

Ahora tu silueta abraza a la mía en mi espejo acostumbrado a devolver una imagen en singular.

Y comienzo a pensar en voz alta, recordando de nuevo mi voz, cuando hablar en plural se convierte en natural.

Qué lejos queda ayer cuando desconocía que evitando las espinas también perdía las flores que crecían.

Hoy en ese jardín, desnudo y hambriento de flores, te veo sembrar los más lindos colores cuando el gris se había convertido en mi color favorito.

Y en cada latir para avanzar no dejaré de recordar la suerte de haber encontrado el norte, el mismo que lleva tu nombre, donde sabré buscarme a la hora de despertar.

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