Relatos, cuentos y otras historias…



sábado, 17 de febrero de 2018

Paraíso

Imaginad una carretera oscura. En mitad de la noche. No se ve absolutamente nada. Ahí, en mitad de ningún sitio, trabajo y vivo yo. Mejor dicho, sobrevivo. Un neón, viejo y cansado, parpadea mi nombre. Y el de las otras chicas. De seis letras solo se iluminan 2, pero son suficientes para saber que seguimos allí para ellos. Desde la habitación se escucha su sonido eléctrico que se mete hasta las entrañas, y cuando cae la tarde y lo encienden, sabemos que ha comenzado el momento de morir un poquito más. Como si de un dibujo a lápiz se tratase y fuéramos borradas poco a poco, hasta que llegue el día que habremos desaparecido de la historia para siempre.

Cuando vinieron a buscarme, le dijeron a mi madre y a mis hermanos que me llevarían al paraíso. No les engañaron. Este lugar, donde ahora estoy, se llama así aunque solo queden dos letras moribundas para atestiguarlo.

Por la pequeña ventana entra el reflejo de los pocos coches que pasan por la carretera, mientras pido con todas mis fuerzas que ninguno pare allí.
No me gusta el paraíso. No me gusta este lugar. No me gusta lo que hago aquí. No daré detalles porque creo que os podéis hacer una idea. No, no creo. Pero no daré detalles. Solo os pondré un pequeño ejemplo; pensad cuando alguna vez habéis estrechado la mano por primera vez a un extraño. Sin querer tocar demasiado. Y sentís su mano sudorosa apretando la tuya, y un asco te recorre todo el cuerpo pero debes seguir allí en pie, aguantado las arcadas, manteniendo la sonrisa. Es algo así. Multiplicado por un millón. Y muchas veces.

Esto no es mucho mejor que lo me obligaron a dejar. Que la tierra que me vio nacer. Que el color de mi piel. Los pies descalzos de mis hermanos. Las lágrimas de mi madre. Las promesas y las mentiras. La patera en la que me metieron sin saber nadar. Todo nuestro poco dinero que nos quitaron. La mano que me arrastró del pelo. El puño que golpea mi cara. La gente que me mira por encima del hombro. La que ni siquiera me mira. Los coches que sí paran. La soledad. Mi esclavitud. El primer mundo.

El paraíso, nos dijeron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario