Relatos, cuentos y otras historias…



sábado, 18 de noviembre de 2017

La delgada línea

Idealizó el amor de él hacia ella en su infinita necesidad de ser cuidada como nunca antes lo había sido.

Deambuló descalza, una vez más, sobre la delgada línea que separa la fantasía de la verdad sin miedo a caer convencida de que, si aquello ocurría, caería sobre el lado irreal.

Sabía que viviendo en la mentira era más fácil soportar la realidad.

Entonces todo comenzaría a ser perfecto.

Estaría él. Y ella. Los dos. Y podrían ser.

Él alumbraría todas sus noches, vistiendo las madrugadas de estrellas, colocando la pestaña de la luna sobre sus ojos, esperando juntos un nuevo amanecer sin necesidad de huir.

Pero ella volvió a caer y, en aquella ocasión, lo hizo hacia el otro lado; hacia el temido y mortal precipicio de la vida real.

Malherida, tras el impacto, abrió despacio sus ojos. Sobre ellos ninguna luna iluminaba ya sus noches, nadie abrigaba sus madrugadas y, de nuevo, se vería obligada a esquivar amaneceres mordiéndolos hasta quedar atragantada y morir asfixiada de soledad.

Entonces no estaría él. Solo ella. Ella y la verdad. Y no podrían ser.

Supo que estaba herida de muerte justo en el momento que sintió el dolor de aceptar que jamás tendrían lo que tanto se deseó.

Y lo tuvieron en las manos.

Él volvió a buscarla. Le dijeron que había muerto de una sobredosis letal de realidad.




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