Relatos, cuentos y otras historias…



martes, 29 de diciembre de 2015

Donde siempre

Madrid grita tu nombre y yo te espero donde siempre.

No es tan difícil pedir perdón, me repito mil veces mientras el reloj marca la hora de tu salida.

Una marabunta sale por la puerta como champagne recién descorchado.

Tú te retrasas. Y no hay más saliva que tragar para este mudo trovador.

El eco de mi plegaria se repite donde rezo tus manos en mi espalda y el rumor de tu risa recorriendo la habitación.

Mi perro aún sigue tu sombra buscándote para dormir, desvelado en tu ausencia, al igual que yo, insomne de perpetua condena.

Cuando por fin sales no lo haces sola. Un hombre te acompaña. Ríes despreocupada, quizá es aquel compañero que siempre te lleva el café a la mañana, o quizá sea aquel otro que un día te invitó a salir; “Me esperan en casa”, aquella vez tu voz contestó.

Y ahora tu sonrisa se pierde en las entrañas del metro, engullendo mi esperanza de ser yo quien compartiera asiento a tu lado en el vagón.

Entonces vuelvo sobre mis pasos, solitario regreso que no era lo esperado, mascando las palabras que quedaron en mi boca y que no te pude decir, sorteando adoquines rotos de aceras que todas ellas me llevan a tu recuerdo.

Madrid seguirá gritando tu nombre, y yo esperándote donde siempre.

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