Entonces te recuerdo vestida de domingo, con pijama y
calcetines, bajo la manta que arropaba todo nuestro mundo, una tarde de sofá en
un fin de semana sin lunes.
La sangre de mis venas abiertas se derrama como las luces
sobre las calles de esta ciudad que me sepulta en cada latido.
Pulso que me separa de ti, encuentro tu voz en la fotografía
de la mesilla.
Cada noche una, diferentes hoteles y la misma melancolía
junto al vaso de agua.
La carretera me muestra tantos lugares que me gustaría
enseñarte, paraísos que dejaría ahora mismo a cambio de estar allí, (vuelvo a
ese sofá), junto a ti y el rumor del ventilador frente a nosotros absorbiéndonos.
Deseos que mecen mi nostalgia, encuentro tu mano dentro del
bolsillo de mi viejo chaquetón.
Y como hierba creciendo entre adoquines, me hago fuerte, sin
flaqueza y sin tripas, corazón. Por ti, sólo por ti.
En el sur, más lejano que nunca, sin estrella polar.
En el sur, sin ti, qué cuesta arriba se hace soñar.
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