El camino que lleva hasta tus manos es un sendero estrecho entre ramas altas y fría arena que entierra mis pies a cada paso.
Hay veces que el viento se revuelve creando una nube de arena que sobrevuela mi cabeza y entra por los ojos, por la boca y hasta por los poros.
Respiro arañándose mi garganta porque sé que la playa ya está cerca.
Es entonces cuando escucho tu voz y la bruma se disipa y por fin veo el mar.
Y mis labios saben a sal. Y mi piel grita tu nombre y entonces debo sujetarme el corazón para no perderme en el horizonte.
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