Relatos, cuentos y otras historias…



martes, 4 de junio de 2013

Mañanas

Amanece en nuestra ventana. Me asomo por ella. La mañana huele a primavera de ciudad. No hace frío. La claridad avanza muy lentamente por la calle y los primeros viandantes comienzan a dar vida sus aceras.

Sigo oyendo tu cucharilla remover el café. Y una vez más me preguntas lo que todas las mañanas, ¿por qué me levanto tan temprano si no tengo que madrugar? Y yo te contesto lo mismo de siempre, porque me gusta verte amanecer, tu despertar perezoso, tus buenos días sigilosos, el olor a café recién hecho, tus movimientos silenciosos, tus pasos de la habitación a la cocina y de la cocina al baño, el sonido de la ducha, la radio de fondo, tu pelo mojado.

La luna aún no se ha escondido y te invito a mirarla conmigo. Me dices que tienes prisa. Te ruego y tú ríes mientras cedes a mis chantajes. Me rodeas con tu brazo la cintura y los dos miramos hacia el cielo.

Me besas la mejilla. Llegas tarde. Apuras los últimos detalles y terminas de arreglarte. Gritas un “te quiero” desde el pasillo y cierras la puerta. Tu perfume queda varios segundos vagando por la casa, como si no quisieras irte del todo.

Sales del portal y te veo cruzar la calle. Te despido desde la ventana y tú me tiras un beso. Aceleras el paso y desapareces tras la esquina. Y yo ya te echo de menos.

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