Relatos, cuentos y otras historias…



miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cayendo

Después de estar varias horas intentando escribir algo decente sin conseguirlo, decido irme a la cama. Benditas drogas me digo mientras me meto en la boca una pastilla para dormir.
Esta noche las farolas no funcionan y la habitación está más oscura de lo habitual.
Empiezo a sentir que los párpados me pesan. Intento pelear por mantener los ojos abiertos pero no puedo y me sumerjo en mi dulce derrota.

Cuando apenas me quedo dormida, siento que la cama empieza a temblar. Lo primero que pienso es en un terremoto pero la lámpara del techo no se mueve. Sólo la cama y cada vez más. Un gran estruendo sale de debajo de ella y el suelo se desgarra tragándome dentro de él. Comienzo a caer. Es como un pozo en el que no veo el fondo. Está oscuro. Caigo despacio, como a cámara lenta. Siento el aire en mi cara, no es desagradable. Ya no hay ruido, sólo el leve susurro del viento en mis oídos. Y a pesar del miedo a lo desconocido no me siento mal, parezco flotar.

Pero algo pasa, la velocidad aumenta. Una fuerte sensación en mi estómago me inunda y me mareo. Ahora caigo muy deprisa. No veo que hay abajo. Intento agarrarme a los lados de la pared pero mis brazos no alcanzan.
El terror de caer al vacío desaparece poco a poco. Me asombra mi propia tranquilidad cuando comienzo a pensar que voy a morir. Haya lo que haya ahí abajo la caída me matará. Mientras caigo sólo puedo pensar en mi perro que no me encontrará cuando me vaya a despertar por la mañana. Y en mi ordenador que dejé encendido con la hoja en blanco en la pantalla. Ni siquiera he sido capaz de escribir algo en mi última noche…

Qué sola me siento ahora que probablemente es cuando menos necesito a alguien. Y aunque aún conservo la entereza no puedo evitar que me inquiete la soledad. Una mano que agarrar, una palabra que decir… Mi aterradora desesperación crece al ver que esto va en serio, que no podré volver y que no sé adónde voy. Qué pasará, qué sentiré, ¿duele morir?

No hay remedio. Está claro. Y es curioso pero he pasado del pánico a la resignación. Nunca pensé que llegado a este punto ésa sería mi última sensación. Quiero pensar que, al fin y al cabo, no ha estado tan mal mi vida. Y una asombrosa calma se apodera de mí…

Parece que comienzo a ver el fondo. Continúa estando muy oscuro pero sí, es el suelo. Cierro los ojos muy fuerte. Imágenes de mi vida que creí olvidadas aparecen en mi mente. Y me preparo para el duro impacto.

Abro los ojos rápidamente. Estoy inmóvil en la cama. Sigo entera. Y el suelo de mi habitación parece que también. Las primeras luces del amanecer asoman por mi ventana. Miro hacia el escritorio. Mi ordenador continúa ahí, con la hoja en blanco y el cursor parpadeando sobre ella. Siento unos lametazos en mi mano. Mi perro ha venido a despertarme.

1 comentario:

  1. me encanta como te metes por debajo de la piel de las palabras, como describes las sensaciones. enhorabuena!!
    Andrés Del Collado

    ResponderEliminar