Relatos, cuentos y otras historias…



martes, 18 de diciembre de 2012

Una última palabra

Supo que su mirada sería hostil. Después de aquello, de decir lo que quizá hubo que callar, la herida que desangraba desprecio estaba abierta. Y en un instante todo lo que fueron saltó por los aires para después caer despacio y, como humo, desvanecerse lentamente por debajo de la puerta.

Ahogadas las gargantas quedaron por la asfixia del rencor, por las palabras que tragaron, palabras que van quemando todo a su paso hasta llegar al fondo del alma, allí donde pudo sentir el dolor hecho rabia, cuando el dolor aún no duele.

Sólo deseaba que dejara de mirarle así. Aquellos ojos que mortalmente le estaban hiriendo, no lo soportaría por mucho más. Y temió caer abatido ante sus pies, pidiendo clemencia a alguien que no se la podría dar porque él mismo acababa de romper toda oportunidad de compasión.

Deseaba cerrar los ojos, regalarle el olvido y desaparecer en silencio. Y por un momento creyó conseguirlo. Pero la habitación siguió encogiendo y el espacio cada vez fue más pequeño hasta no quedar lugar para nada más, ni siquiera para una última palabra. Podría haber sido un perdón o sencillamente un adiós. Pero sólo pudo repetir su nombre. Una y otra vez, su nombre. Tuvo la precaución de hacerlo sin abrir la boca y no dejar escapar el hilo tembloroso de voz que delataría su fragilidad en aquel momento.

Cerró los ojos, le regaló el olvido y desapareció en silencio.





1 comentario:

  1. ...me ha encantado esta reflexiva narración. Muy bien descrita la escena. Saludos y felicitaciones por tu trabajo.
    Ramón.
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