Relatos, cuentos y otras historias…



viernes, 8 de enero de 2010

Quizá mañana

La lluvia cae con fuerza. Sólo puedo oír su sonido ensordecedor mientras me golpea. Hace daño. Intento secar las gotas de lluvia de mi cara con la manga del jersey empapado, pero es inútil y el agua vuelve a inundar mis ojos. El frío está calando en mis huesos pero ahora mismo sólo puedo sentir los nervios recorrer mi cuerpo.

Hoy es el día. Después de pensarlo durante tanto tiempo, lo hemos decidido así. Silvia me ha dicho que era lo mejor. Hoy, el día de su cumpleaños.

- A las doce de la noche, en la puerta de mi casa.

Aquí estoy puntual, esperándote, a la hora acordada.

La calle está desierta. La luz naranja de la farola parpadea y miro hacia su ventana. ¿Dónde estás amor? ¿Por qué tardas?

Repaso mentalmente mi escaso equipaje. Todo me cabe en una pequeña bolsa de deporte que se está mojando a mis pies. Lo más importante lo llevo, los billetes de autobús que conseguí comprar tras ahorrar con tanto esfuerzo. Los mismos que nos van a llevar lejos de aquí. A ese pueblecito con mar que quieres conocer.

Dicen tus padres que somos demasiado jóvenes. ¿Quién dice que con dieciséis años no se puede amar? Qué sabrán ellos de amor…

La impaciencia me aturde. La tensión agarrota mis músculos. Deberías estar aquí ya y no sé qué hacer. Muevo con el pie una pequeña piedra. La cojo y la lanzo en dirección a tu ventana. Un golpe seco sobre el cristal. Un segundo para recordar los miles de sueños juntos. ¿Y si el miedo ha podido con tu promesa? Cariño, baja, te estoy esperando. Tranquila, nadie nos encontrará.

Busco otra piedra. Ésta es más grande, como mi desesperación que crece por momentos. La tiro con todas mis fuerzas, haciendo que me resbale y caiga de rodillas sobre un charco. Por fin la luz de tu ventana se enciende. ¡Aquí estoy!
Un hombre mayor y fuerte se descubre detrás de la cortina y se asoma a la calle mirándome.

- ¡Vete a tu casa, chaval!

No, no me iré de aquí sin ella. Desgarro mi voz gritando tu nombre mientras tu padre amenaza con llamar a la policía.
Ha cerrado la ventana y la luz se ha vuelto a apagar. Algún vecino desvelado me ha llamado loco y aún retumba en la solitaria calle.

Me niego a desistir. Te prometí mi vida entera. Pero sé que es absurdo seguir aquí. Con la cabeza agachada me marcho arrastrando mi bolsa y mi ilusión hecha pedazos, no sin antes girarme en un par de ocasiones por si vienes.

Quizá mañana nos dejen...

2 comentarios:

  1. Leonor dijo...
    Como dice la canción: ¿Quién a los 15 años no dejó su cuerpo abrazar? Qué amores más bonitos a esa edad y cuánto dolor se siente a veces!pero también se tiene esperanza, como este chaval..... Quizá mañana nos dejen.
    Muy auténtico y bonito, Natalia

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  2. El primer amor fue y será por siempre en nuestro recuerdo la primera caricia, el primer sueño, la primera pasión, la primera torpeza, el primer desengaño......
    Muy bonito Natalia, me ha hecho recordar.....

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